Ernest Miller Hemingway, o simplemente Ernest Hemingway, fue uno de los escritores estadounidenses más importantes de la historia de la literatura de ese país y del mundo.

Si bien la crítica literaria lo admira por sus relatos cortos y sus viñetas, terminó de alcanzar su fama de gran escritor por sus novelas, destacando Adiós a las armas, Por quién doblan las campanas y El viejo y el mar. En ellas, el autor reafirmaba un estilo muy propio de escritura, una singularidad que aún hoy es admirada: la teoría del iceberg. ¿Qué es eso? La estructura de sus novelas se basaba en dos puntos: por un lado, mucha imagen más que descripción y, a su vez, comenzar el relato de manera fuerte para pasar a un movimiento de supuestos eventos que carecían de significado (y hasta hacían del relato aburrido) hasta la llegada de un final impactante, que unía todo lo aparentemente vacío de contenido y le daba un significado electrizante, sorprendente.

Al terminar de ver la tercera entrega de You sentimos que Hemingway fue la referencia para los guionistas entregándonos una temporada no buena, sino MUY buena.

Este oscuro drama de asesinatos de Netflix hasta esta entrega se basó en contar todo desde el desorden, cosa que ahora es aparente y cierra. Ya sabemos que su personaje principal, Joe Goldberg, es un monstruo, pero esta tercera temporada cambia el eje de la vista del personaje principal para llevar a la serie a un costado muchísimo más oscuro y alegremente dispuesto a confundir a su audiencia.

La observación social es cambiante en comparación a la dirección directa que tenía You antes; tal vez aquél era el punto débil del programa. Con la inclusión de los personajes en un nuevo hábitat se pudo agrandar la historia y mostrar mejor de qué debía explorar más allá de la figura y la obsesión de Joe. Sí: los personajes secundarios pasan de relleno a ser totalmente motores de la narración. Porque tanto en la primera temporada como en la segunda, You se había quedado atascado con la simplicidad: a Joe le gusta una mujer, le gusta mucho, le gusta demasiado y luego le gusta matarlas para poseerlas. Ahora estamos hablando de otra cosa.

La tercera temporada posee innovaciones. Como nombramos antes, el cambio de escenario. De las grandes ciudades a la mentirosa tranquilidad de los suburbios. Las acciones suceden en Madre Linda, un suburbio ficticio, y si Joe despreciaba a los hombres de Williamsburg y a los productos orgánicos de Los Ángeles, no es nada en el absoluto odio que siente por la vida suburbana. Pero esa “normalidad” de la vida altamente tecnológica es una marca del juego del gato y el ratón pero al revés: recordemos que Joe stalkeaba desde las redes a sus víctimas y ahora él es el que se siente presionado por la tecnología que puede llegar a descubrir sus pensamientos y acciones. Pero el cambio más importante para la tercera temporada, el quid de la cuestión, es que Joe ya no está solo, al acecho: tiene un socio en el crimen… o un némesis. Junto a Love Quinn, la mujer con la que se enredó en la segunda temporada, tienen un bebé; ella es tan oscura y violenta como Joe. Es como si la dirección del impulso del programa ahora es un problema de dos cuerpos en uno, un monstruo de dos cabezas que, como se ve al final, pueden desunirse.

Y aquí, sumando con lo anterior de la vida “normal” del suburbio, la teoría del iceberg de Hemingway: en la tercera temporada de You parece llena de escenas que no suman nada, sobre todo el tema de la terapia de pareja, pero en el final sangriento entre Joe y Love todo cierra, la estocada final es realmente sorprendente y llena los huecos.

Básicamente, la tercera temporada de You sería muy buena aún si no conociéramos el background de las anteriores entregas. El mundo de Madre Linda está bien  dirigido, y si bien hay suficientes vínculos directos con lo sucedido anteriormente, no es necesario en absoluto.

Ok, sin lo anterior te perderías algunas referencias importantes, pero lo que realmente obviarías sería el placer particular de ver una serie que creció, que cambió para mejor. 

Recomendable.

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