‘Balada de pájaros cantores y serpientes’: todo lo que tenés que saber de la precuela de Los Juegos del Hambre

La trilogía más vendida de la década (cien millones de ejemplares despachados en todo el mundo) tiene continuación. Suzanne Collins, autora de la exitosa saga, cuenta en Balada de pájaros cantores y serpientes cómo Coriolanus Snow, el archienemigo de Katniss Everdeen, se hizo con el poder.

Millones de fans de Los juegos del hambre se sorprendieron el año pasado, cuando Suzanne Collins anunció que había escrito una nueva novela de Los juegos del hambre, la saga que creíamos finalizada. Pero no era una continuación de las aventuras de Katniss Everdeen, sino una precuela con Coriolanus Snow como protagonista.

La novela está ambientada 64 años antes de la historia de Katniss Everdeen, y nos traslada a los llamados Días Oscuros de Panem, que intenta recuperarse de una rebelión y resurgir de sus cenizas.

Por otro lado, ya se ha anunciado que el director de las tres últimas películas -la primera fue dirigida por Gary Ross-, Francis Lawrence, está trabajando en la versión cinematográfica de la nueva novela. Francis (que no es familiar de Jennifer), contará con el guionista Michael Arndt y la productora Nina Jacobson, con quienes formó equipo en las anteriores adaptaciones.

En total, las cuatro películas basadas en los libros de la saga escrita por Suzanne Collins recaudaron en taquilla cerca de 3.000 millones de dólares.

UN AVANCE PARA FANS

La autora ha explicado que con Balada de pájaros cantores y serpientes ha pretendido “explorar la naturaleza humana y su impacto en nuestra capacidad de supervivencia. La historia tiene lugar diez años después de la guerra, en un terreno fértil para que los personajes se enfrenten a estas preguntas y definan así sus opiniones sobre la humanidad”.

El Coriolanus Snow que conocíamos hasta ahora era un presidente cruel y tiránico, el antagonista de la rebelión de Katniss. La precuela nos trasporta al pasado del malvado para conocer su origen: Coriolanus es un joven encantador movido por la ambición.

El editor de la saga, David Levithan, nos avanza sobre el personaje: “Un mal líder no nace, se hace, y es responsabilidad de la literatura mostrar cómo se construye un mal líder para evitar la creación de otro. Entenderlos como humanos no justifica sus acciones, pero permite indagar en aquello que las motivaron.”

“Es la mañana de la cosecha que dará comienzo a los décimos Juegos del Hambre. En el Capitolio, Coriolanus Snow, de dieciocho años, se prepara para una oportunidad única: alcanzar la gloria como mentor de los Juegos. La casa de los Snow, antes tan influyente, atraviesa tiempos difíciles, y su destino depende de que Coriolanus consiga superar a sus compañeros en ingenio, estrategia y encanto como mentor del tributo que le sea adjudicado. Todo está en su contra. Lo han humillado al asignarle a la tributo del Distrito 12. Ahora, sus destinos están irremediablemente unidos…”.

En este contexto nos sitúa la acción del libro.

Además del futuro distópico que plantea, Los juegos del hambre nos descubrieron un universo estético futurista donde lo sofisticado se mezclaba con lo sencillo y vimos desde vestidos en llamas a uniformes militares o trajes de colores explosivos y diseños de alta costura.

El estilismo y la moda dibujan un mapa social de Panem, donde el aspecto físico es representativo de la situación social y la pertenencia a uno u otro Distrito.

En las adaptaciones cinematográficas, esta apuesta visual se traduce en trajes de Jean Paul Gaultier, looks de Alexander McQueen y cristales de Swarovski moldeados por Judianna Makoski, Trish Summerville y Kurt and Bart, los diseñadores de vestuario.

Finalmente, la moda y la estética se convierten en un personaje más de los Juegos: cuando los participantes se ven obligados a cambiar sus prendas austeras por elegantes vestidos para ganarse el favor de sus patrocinadores.

Bocetos del vestuario de Jennifer Lawrence
Bocetos del vestuario de Jennifer Lawrence

EMPIEZA A LEER BALADA DE PÁJAROS CANTORES Y SERPIENTES

La majestuosa escalera que daba entrada a la Academia tenía cabida para todo el alumnado, así que había espacio de sobra para el flujo constante de empleados del Gobierno, profesores y estudiantes que acudían a las festividades del día de la cosecha. Coriolanus la subió despacio, intentando moverse con una dignidad natural, por si alguien lo miraba. La gente lo conocía (o, al menos, habían conocido a sus padres y abuelos), y de los Snow se esperaba un mínimo estándar. Aquel año, empezando por ese mismo día, esperaba lograr también el reconocimiento personal. La mentoría en los Juegos del Hambre era su proyecto final antes de la graduación de la Academia en verano. Una actuación impresionante como mentor, sumada a su estupendo expediente académico, le aseguraría un premio monetario lo bastante cuantioso como para pagar la matrícula universitaria.

Habría veinticuatro tributos, un chico y una chica por cada uno de los doce distritos derrotados, elegidos mediante sorteo para luchar a muerte en la arena de los Juegos del Hambre. Estaba todo recogido en el Tratado de la Traición que había acabado con los Días Oscuros de la rebelión de los distritos, uno de los muchos castigos impuestos a los insurgentes. Como en el pasado, meterían a los tributos en el Estadio del Capitolio, un anfiteatro que se usaba para los deportes y el entretenimiento antes de la guerra, y se les proporcionarían armas con las que asesinarse entre ellos. El Capitolio animaba a sus ciudadanos a ver el espectáculo, pero mucha gente lo evitaba. El reto consistía en convertirlo en un acontecimiento más atractivo.

Con esto en mente, por primera vez se había decidido que los tributos contaran con mentores. Veinticuatro de los mejores alumnos de último curso de la Academia eran los elegidos para el trabajo, aunque todavía se estaban concretando los detalles de lo que eso suponía. Se hablaba de preparar a cada uno de los tributos para una entrevista personal, quizá incluso acicalarlos un poco para las cámaras. Todo el mundo coincidía en que, para que continuaran los Juegos del Hambre, debían evolucionar hasta convertirse en una experiencia significativa, y emparejar a la juventud del Capitolio con los tributos de los distritos intrigaba a los ciudadanos.

Coriolanus cruzó una entrada adornada con pendones negros, recorrió un pasillo abovedado y entró en el cavernoso Salón Heavensbee, desde donde verían la retransmisión de la ceremonia de la cosecha. No llegaba tarde, ni mucho menos, pero el salón ya estaba repleto de profesores y estudiantes, además de unos cuantos encargados de los Juegos cuya presencia no era necesaria para retransmitir el día de la inauguración.

Los avox circulaban entre la multitud con bandejas de posca, un brebaje de vino aguado mezclado con miel y hierbas. Era una versión alcohólica del ácido mejunje del que había dependido el Capitolio durante la guerra y que, supuestamente, protegía de las enfermedades. Coriolanus cogió una copa y se enjuagó un poco la boca con la esperanza de que borrara cualquier rastro del aliento a col. Sin embargo, solo se permitió un trago. La bebida era más fuerte de lo que pensaba la mayoría, y en los años anteriores había visto al alumnado de último curso ponerse en ridículo por ingerir demasiada.

El mundo todavía pensaba que Coriolanus era rico, aunque su única moneda de cambio era el encanto, que procuraba repartir con generosidad mientras se paseaba entre la gente. Los rostros se iluminaban cuando saludaba con simpatía a unos y a otros, preguntando por miembros de la familia y soltando algún que otro cumplido.

-No me quito de la cabeza su clase sobre la represalia de los distritos.

-¡Me encanta tu flequillo!

-¿Cómo fue la operación de espalda de tu madre? Bueno, dile que es mi heroína.

¿Será otra gran historia? ¿Cómo la veremos en la pantalla grande?

Sobre Micaela Isaak

La única maratón que conozco es la de Netflix🍿 Educadora con el sueño de artista🎨📷 Qué mejor que divertirse haciendo reír🎭 22 años

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