Pudimos ver la novena entrega de la gran saga y acá les dejamos nuestra opinión. SIN SPOILERS!

Antes que nada, quiero aclarar que esta crítica es mi opinión, puede coincidir o no con la de cada fanático, cinéfilo, o simple vidente.

Se apagan las luces, pantalla en negro y aparece el logo de Star Wars. La banda sonora que podemos escuchar y las estrellas. La introducción en amarillo que nos pone en tema y sube por la pantalla hacia atrás, invitándonos a adentrarnos en esta galáctica historia… piel de gallina.

Luego de la drástica y negativa recepción que tuvo la octava película debido a la incorporación de Star Wars a Disney, a esta -que creemos que será la última de las entregas numeradas- no se sabía qué esperar. Para mi, claramente superó mis expectativas.

No es ninguna crítica negativa a Rian Johnson pero la vuelta de J.J. Abrams hace que todos los fanáticos le apuesten a su favor.

Tiene todo lo que se le pueda pedir: personajes de las trilogías anteriores, nuevos personajes, alegrías y tristezas, reflexión, chistes, batallas espaciales, el cambio de escena con barrido para los costados característico de la saga, tomas de cámara impresionantes que junto a la música y la orquesta, te llegan hasta el último de tus músculos.

Por supuesto, la música de John Williams está a la altura de las circunstancias y, aunque no se presenta ninguna partitura nueva, todas consiguen llevarnos por la intensidad de cada escena, con mezclas de temas clásicos que nos refieren a personajes o situaciones concretas.

Todos sabemos que el emperador Palpatine (un Ian McDiarmid que vuelve al papel desde ese ya lejano Episodio III de Star Wars) ha vuelto a la carga y esta detrás de la Primera Orden. Ahora, los pocos supervivientes de la resistencia, con Rey (Daisy Ridley) como gran promesa gracias a su entrenamiento Jedi, deben enfrentarse a lo que Palpatine y su discípulo Kylo Ren, planean.

Un poco más de contexto para reintroducir a Palpatine no vendría mal porque es tremendamente importante en la historia y su presencia nos trae más de una sorpresa. Hay que ir con ganas de dejarse llevar y sorprender porque, aunque esta es una película para todo tipo de público, el contenido del fan está ahí, sin duda. 

También, contamos con la presencia anunciada a los cuatro vientos de actores como Billy Dee Williams en la piel de Lando Calrissian o el uso de metraje inédito de cintas anteriores de Carrie Fisher.

Todos ellos, unidos a los personajes que han ido llegando desde Star Wars Episodio VII: El despertar de la Fuerza (Maz Kanata, Rose Tico, el general Hux…) conforman un reparto de gran importancia, pero que en esta entrega está más centrada que nunca en los personajes clave de la nueva trilogía: Rey, Finn (John Boyega) y Poe (Oscar Isaac) son los protagonistas absolutos de la aventura principal, con actuaciones mucho más equilibradas. Acá es donde podemos notar el “toque” de Disney, orientando su relación a la amistad y la necesidad de estar unidos hasta el final.

El ritmo es una de las claves de Star Wars 9: no paran de suceder cosas, desde el minuto 1 de la película, hasta el final. No hay momento para aburrirse y sus 2 horas 21 minutos de duración se pasan sin que nos demos cuenta. En ese sentido, combinar a todos estos personajes para que todo lo que sucede llegue a una obra satisfactoria, a la vez que se atan cabos sueltos de entregas previas y se mantiene en alto el interés del espectador es todo un trabajo de ingeniería cinematográfica por parte de J.J. Abrams y su equipo.

Ocurren tantas cosas que, a mi parecer, las actuaciones quedan en un segundo plano. No están forzadas, están muy bien hechas, podés sentirte parte de la Resistencia (o del lado oscuro, como prefieras).

Muchos dicen que Kylo Ren es un “villano de segunda”, pero es un personaje con muchas caras que no vemos. Driver lleva su actuación al extremo para mostrarnos a un Skywalker con más capas de lo que se reconoce, muy poderoso. Junto a esta gran actuación, podemos ver un gran vínculo potenciándose entre Ben y Rey.

La “resurrección” de C-3PO como un secundario de lujo como comentaban los rumores, su aporte a la trama de la película es sorprendentemente relevante y, gracias a ello, el droide al que ha dado vida Anthony Daniels desde el Episodio IV protagoniza momentos realmente divertidos y hasta emotivos. Sin embargo, Artu (R2-D2) no tiene tanta participación como me hubiese gustado.

Más allá de cuestiones técnicas, para las generaciones que vienen siguiendo la saga, es muy importante y emocionante. Desde 1977 comienza una gran saga y los fanáticos nacen. HACE 42 AÑOS COMENZÓ TODO. En 1999, George Lucas trae el Episodio I, contando lo ocurrido anteriormente a las tres películas ya estrenadas. Ahora nos traen las últimas tres.

Tal vez me hubiese gustado un poco más de cambios emocionales pero no podría haber pedido algo mejor, ya que yo, como hija de quien su familia la introdujo a esta gran galaxia y como quien veo que chicos y grandes también la aman, tuve todo lo que quería recibir de esta entrega.

Hay algo que me pasa con las películas viejas que perduran a lo largo del tiempo con sus historias, es que, actualmente, al ser muy buena la calidad de la imagen, pierde un poco la emoción de que se vea “pixelada”, de que parezca antigua, con historia detrás, imponente e impresionante y que digas WAW. (Me pasó con Toy Story 4 al sentir que los muñecos eran dibujitos animados y no objetos inanimados que cobran vida debido a la buena calidad de imagen, y medio que pierde validez). Puede que sea solo yo que lo toma así por verlas 30 años después pero todo cuenta.

42 años y miles y miles de personas que de un día al otro no paran de cantar el tema de la marcha imperial o practican sus movimientos con el sable mientras que al lado hay alguien levantándolo del cuello como Darth Vader.

Es más que unas simples películas, más que una historia con personajes; para muchos, es parte de su vida, un idioma entendido en todo el mundo, tiene una parte sentimental que siempre los va a conectar con La Guerra de las Galaxias.

¿Que opinas?

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