El vestuario de ‘The Politician’ ayuda a entender la estética detrás de la política

Los looks de Payton, Astrid , Georgina Hobart, McAfee o Alice en lo nuevo de Netflix dibujan algo más que una colorida revisita de la comedia negra y del género teen: son un ácido manual de iniciación al mundo de la democracia estadounidense

De The Politician se ha dicho que es una revisión de la comedia negra y, al mismo tiempo, de las narraciones de instituto en las que el o la protagonista se enfrenta a los (atractivos) malos; una revista que resulta fresca, entre otras cosas, gracias a un cuidadoso uso de los colores vibrantes en el set, pero también en el vestuario, una de las grandes bazas de la nueva serie de Netflix.  Porque el ácido, irónico e incisivo retrato de la política estadounidense tiene en el ejercicio realizado por Claire Dille Parkinson (directora de vestuario) y Lily Parkinson (estilista y ayudante de vestuario) un pilar fundamental para comprender mejor esta peculiar fotografía y el eterno mensaje de que la estética tiene una importancia capital en la política. Por eso, The Politician es al mismo tiempo una crítica mordaz y acertada de una campaña política y un recorrido por los clichés estéticos que han vertebrado visualmente la democracia durante años y que, sí, hoy en día siguen estando vigentes.

El candidato: Payton Hobart

El papel de Ben Platt incluye todo el cuidado que puede imaginársele a un político que huye del escándalo y que quiere tener un historial que solamente pueda definirse como impecable. La gama de colores va de lo sobrio a lo alegre para mimetizarse, sin desaparecer, tanto con sus compañeros como con el vibrante telón de fondo de Santa Bárbara; la formalidad siempre está presente dejando nulo espacio a lo deportivo, y la única concesión al streetwear son unas zapatillas Veja que han llegado a ocupar primeros planos. Y ya se sabe: son unas zapatillas sostenibles muy reconocidas entre los insiders que casa a la perfección con el discurso de sostenibilidad que Payton enarbola una y otra vez ante su auditorio.
Payton es inmaculado, o al menos pretende serlo, sin caer (todavía) en los consabidos trajes de chaqueta con corbata de sus homólogos en activo (y en la vida real) utilizan sin parar. Y no, tampoco en las camisas remangadas para simular informalidad. Al menos, todavía.

La primera dama: Alice

La construcción del vestuario del personaje de Julia Schlaepfer es una oda al cliché de la mujer del presidente que ha sobrevivido a lo largo del tiempo, en una crítica afilada e hiperestética de la contención, la clase y la ahora tan popular burguesía.

La renovación ha hecho acto de presencia, el look de Alice parece congelado en el tiempo, más cercano a Natalie Portman en Jackie (2016) que a las elecciones ancladas en el aquí y ahora de Astrid o McAfee. El icónico estilo de la primera dama, que ha inspirado a numerosos diseñadores a lo largo de los años se plasma aquí en faldas de silueta evasé, camisas blancas recatadas que se completan o bien con lazadas XL o bien con collares de perlas, que también complementan jerséis veraniegos ajustados a juego con rebecas de aire fifties

La propia Claire Dille Parkinson contó a través de las historias de Instagram (en un take over de Who What Wear) que esos colores sorbete estaban en el moodboard de Alice junto, por supuesto, a Jackie O.

La oposición: Astrid

 Es una radiografía bastante exacta de quien encarna a la archienemiga del protagonista, una némesis vibrante (cromática y metafóricamente hablando) que reincide en la idea ya encarnada por Blair Waldorf de que las chicas malas son las que mejor visten. La multimillonaria encarnada por Leighton Meester lo dejó claro en la última temporada de Gossip Girl. La máxima está presente en Astrid: el despliegue de texturascolores, largos cortos y logos de Chanel y Gucci adquiere otra dimensión gracias al perenne ceño fruncido, al hartazgo y peligro que se intuye en la mirada de quien está harta de todo y hará lo que sea (literalmente) por dinamitarlo.

El equipo del presidente: McAfee y James

Son dos de los personajes mejor construidos estéticamente sería parcial y un tanto injusto para con el resto y la labor de Claire Dille Parkinson y Lily Parkinson, directora y ayudante de vestuario de The Politician

Ejecutar con maestría y precisión el papel de coprotagonistas y del equipo detrás del hombre público no es en absoluto sencillo. ¿Cómo se representa la imagen de quien normalmente no es visto? El caso de James es absolutamente claro y cercano al dibujo (un tanto estereotipado) informal que se tiene de la políticapantalones oscuros de traje y de sarga de algodón, polos de colores más o menos neutros.

Camisas sencillas en blanco o en celestejerséis sobre ellas y una buena colección de corbatas, que lleva incluso con manga corta. Y nada más, porque en su caso la pulcritud es tan necesaria como en el caso de Payton: son prácticamente un todo y sin él, el político no podría alcanzar su objetivo. Algo muy similar a lo que ocurre con McAfee, pero con una interpretación estética distinta: la vocación sartorial permanece imperturbable, pero en vez de en camisas y corbatas, se refleja en trajes de chaqueta. Sin más. En los 7 de los 8 episodios que dura la primera temporada .

Porque no hay que pensar en ese look como eminentemente masculino, aburrido o serio: el guardarropa de McAfee es un alarde de tonos que van de lo neón a lo empolvado, de lo liso a lo estampado, que tiñen tanto pantalones oversized como bermudas rígidas, siempre a conjunto con americanas de solapas prominentes que se combinan con jerséis o camisetas de todo tipo. Es, quizás, uno de los personajes más atrevidos en lo que a materia visual se refiere, y uno de los que más han disfrutado las diseñadoras de vestuario, a tenor de la cantidad de imágenes compartidas en sus redes sociales, incluido el moodboard en sus historias: un puñado de fotografías de los años 70 que incluyen a David Bowie, Mick Jagger y Gloria Steinem, pero también zuecos, trajes amarillos, lazadas y (en los 40) a Katherine Hepburn.

No solo se trata de la actualización del power dressing femenino, sino de la reapropiación del look working girl y de la demostración de que lo tradicionalmente poderoso y masculino puede recubrirse de una capa de diversión y feminidad sin perder ni un ápice de su intención primigenia.

La madre del político: Georgina Hobart

Ya se sabe: con dinero, cualquier promoción es más sencilla. Lo curioso del personaje encarnado por Gwyneth Paltrow es que el terremoto emocional por el que atraviesa (desde descubrir el amor -casi- por primera vez hasta los tambaleos de su matrimonio, pasando por la entrega total e incondicional hacia su hijo adoptivo que, según ella, puede llegar a convertirla en una mala persona) no se deja ver en ningún momento en sus looks. En Georgina hay una máscara de cuerpo entero que hace que en momentos de tensión con su amante luzca un conjunto ecuestre cortado milimétricamente sobre su cuerpo; que cuando está negociando duramente los términos de su relación con su marido, esboce una sonrisa enfundada en un vestido verde con lazos monumentales; que cuando se sincere con su hijo lleve un conjunto ligeramente deportivo en un blanco imposible, o que cuando está en uno de los momentos más decisivos y puede que duros de su vida (o de la vida que los telespectadores ven), lleve un traje de chaqueta níveo con mangas murciélago que puede llegar a recordar al vestido con capa blanca de Tom Ford que pasó a la historia de los mejores looks de los Oscar. 

Hay salpicaduras de flora y fauna de Gucci, de túnicas amplias y de trenchs estampados, además de un buen repertorio de joyas (con especial protagonismo en el penúltimo capítulo de la temporada); todo en cualquier contexto, incluido arreglar el jardín o pintar un cuadro, creando un curioso contraste entre situaciones informales y el anglosajón overdressing.

La vicepresidenta (activista): Skye

El vestuario en el personaje de Rahne Jones se vuelve a utilizar como constructo social y discursivo, pero a un nivel, quizás, un poco distinto a de sus compañeros de pantalla: mientras la personalidad del resto tiene un reflejo fiel en los looks, el de Skye solamente deja ver el lado bueno de quien, en realidad, ansía el poder tanto o más que Payton y Astrid.

Los pantalones estampados, las camisas vintage, el mono de trabajo utilitario, los cárdigans largos que combina con botines de tacón cómodo; el labial azul eléctrico, las sudaderas y los jerséis hablan de una inspiración diaria que bebe enormemente del street style y que está absolutamente anclado en el aquí y ahora en general y en diversas causas sociales en particular. 

La estrategia que sale mal: Infinity y Dusty

Hablar de la relación de Payton con este dúo y de la que mantienen nieta y abuela es tan complejo como su propia naturaleza y desarrollo: la idea del político es incluir a Infinity en su ascenso al poder para conectar más y mejor con sus votantes (hola, populismo), pero el resultado resulta ser diametralmente opuesto al proyectado por McAfee y James. 

Zoey Deutch encarna a un personaje que puede parecer tremendamente dulce (y lo es), pero que traspasa rápidamente la frontera para adentrarse en un infantilismo que, en ocasiones, roza la tiranía (como en el vídeo del parque de atracciones que le enseña a su novio, Riccardo, y que termina convirtiéndose en un problema). De ahí las faldas midi desprovistas del encanto cool que les ha dado la moda en los últimos tiempos, los jerséis con motivos aniñadososos de peluche incluidos; las bermudas largas con calcetines calados y zapatos negros de uniformerebecas con corazones, polos con cuello bebé, pinceladas de patchwork y una aparente descoordinación cromática que habla de una adolescente incapaz de tomar sus propias decisiones y que es vestida como una niña por su abuela. Porque es ella, Dusty, quien dirige la vida de su nieta en todos los aspectos y establece unas dinámicas de dependencia que encuentran su raíz en una enfermedad (y no, no es en la de la nieta). La verdadera historia se desvela casi al final de la temporada, pero por el camino se va dibujando una personalidad controladora, sufridora y egocéntrica que se le atribuiría a cualquier mala de película, y más concretamente a una abuela sureña que cree merecerse algo mejor de lo que tiene. Así, la manicura afilada, los detalles metálicos en blusas, los jerséis con lúrex, las gafas de pasta XL, el estampado de leopardo y un peinado cardado que habla de una estética pasada, adquieren todavía más sentido. También para Payton, que subestimó los modestos aires de grandeza de Dusty y se vio envuelto en una intriga que le persigue hasta la universidad.

Sobre Nathalia Caceres

Escribo en los 🎬pochocleros🍿 Me gustan las películas, las series, los conciertos y teatros. Amo leer novelas románticas y soy fanatica de la moda.

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