Lena Headey habla de Harvey Weinstein: "No acostarme con él me costó 10 años de carrera"

La actriz de ‘Game of Thrones’ confesó que la situación afectó considerablemente su profesión.

Algunas veces ves a una actriz magnífica y te preguntas dónde ha estado metida todo este tiempo. ¿Cómo es posible que Jessica Chastain haya tardado tanto en convertirse en una de las reinas de Hollywood? Bueno, lo mismo piensas cuando ves a Lena Headey ser la Reina de Poniente en ‘Game of Thrones’, son poderosas intérpretes que deberíamos haber conocido antes. Y quizá hay razones siniestras detrás, como sospecha la propia Headey.

La actriz que interpreta a Cersei Lannister en ‘GOT’ contó en octubre de 2017, cuando Hollywood abrió la caja de Pandora de los abusos sexuales que llevan décadas ocurriendo, que Harvey Weinstein había tenido dos encontrones con ella. Ahora confesó que cree que no haber cedido a sus acosos le costó 10 años de carrera.

“Cuando se descubrió que era un baboso, a una escala mayor de lo que yo sabía, empecé a pensar que mierda, quizá no habérmelo follado impactó una década de mi vida laboral”, contó Headey a Sunday Times (vía People). “Porque hice dos trabajos para Miramax antes de esos incidentes, y después no hubo nada”.

Lena Headey contó sus experiencias con Weinstein en una serie de tuits, cuando los testimonios de las víctimas del productor empezaron a proliferar en los medios y las redes sociales. El primero de ellos fue en el Festival de Venecia en 2005, en el tour de promoción de ‘El secreto de los hermanos Grimm’, que produjo la compañía de Weinstein Miramax: “Estábamos paseando y él se paró y se insinuó, un gesto, y yo me reí de él. Estaba verdaderamente sorprendida, pensé que tenía que ser una broma. ¿En serio? ¡Sería como besar a mi padre!”.

A pesar de que la actriz dio por hecho que no volvería a haber un episodio parecido, el productor volvió a intentarlo, esta vez de forma más agresiva, años después en un hotel de Los Ángeles. “Me dijo que subiéramos a la habitación, quería darme un guion. Nos metimos en el ascensor y la energía cambió (…). Le dije que no estaba interesada en otra cosa que no fuera trabajo (…). Él se quedó callado y furioso. Salimos del ascensor y fuimos a su habitación. Su mano estaba en mi espalda, me estaba empujando, sin una palabra, sentí que no tenía control alguno, probó la llave de su habitación y no funcionaba, y se enfadó mucho. Me llevó de nuevo al ascensor, agarrándome muy fuerte del brazo, pagó un auto para mí y me susurró al oído que no le contara a nadie aquello, ni a mi agente ni a mi representante. Me metí en el auto y lloré”.