La serie se expande y llega a nuevas plataformas.

El drama de época Mad Men, creada y producida por Matthew Weiner, es otro de los gigantes que lanzó AMC al mercado audiovisual.

A través de su protagonista Don Draper, interpretado por Jon Hamm, la serie nos sumerge por completo en el universo de las agencias de publicidad estadounidenses de la década del 60 y en los conflictos personales que cada personaje atraviesa.

Vemos no sólo como avanza el mundo con sus cambios de paradigma, sino que también la serie trae manifestados los cambios y los roles sociales. Podemos ver entonces la evolución de éstos en el papel de Peggy Olson, quien pasa de ser la secretaria del protagonista a tener un puesto como jefa de redacción.

Mad Men es una combinación entre lo estético y lo literario; entre el guión y la escenografía; formando así un todo mucho más grande que termina desencadenando en una serie de altísimo nivel.

Es una serie que le permite respirar a cada personaje y desarrollarse con parsimonia a lo largo de cada temporada. Abriéndose y cerrándose tramas y sub-tramas en el mismo capítulo.

La mayoría de las escenas son grabadas en estudio. Muy pocas veces se ve un exterior real. Y si aparece, sólo es un fragmento de la calle y algunos edificios. Desde lo estético, encontraron la forma de trasladarnos 60 años atrás sin necesidad de mostrarnos una ciudad vieja ni una superproducción hecha con efectos especiales.

Cuando vemos Mad men, tenemos la sensación de que estamos viendo una película de una hora. Cada plano tiene riqueza visual. Y cada diálogo una potencia que no suele encontrarse en las series. La trama muchas veces se detiene para tratar temáticas filosóficas, como el existencialismo.

Hace un tiempo sólo era posible encontrarla a través de Netflix latinoamérica. Ahora, llega también a Qubit, otra plataforma de video con diferente variedad y más amplitud para el cine independiente.

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